Según hemos podido saber, la multinacional Google ha tenido que retrasar nuevamente su plan para eliminar las cookies de terceros. A pesar de que el calendario inicial fijaba finales de 2024 para comenzar el proceso, lo cierto es que la empresa se está enfrentando a mas problemas de los inicialmente previstos.

A la cuestión regulatoria se suma también la presión de terceras entidades, aquellas empresas que de normal emplean las cookies y ven peligrar su modelo de negocio si Google opta por soluciones salomónicas.

¿Qué son las cookies de terceros?

Como bien es sabido, las cookies son archivos que un determinado portal web genera como respuesta a nuestra navegación en él. Esto sirve para mejorar nuestra experiencia en línea, recordando nuestras preferencias y gustos.

Dicho esto, debemos de diferenciar entre dos tipos de cookies: propias y de terceros. Las propias, tal y como sugiere el nombre, son aquellas que parte de la propia web que hemos visitado. Por el contrario, las cookies de terceros son aquellas impulsadas por empresas y servicios externos. Así, una web que estemos visitando puede incluir contenido que no es propio del sitio, sino que va enlazado con un tercer interesado.

Las cookies de terceros sirven para recabar información relevante del usuario. Desde el nuestros hábitos de consumo hasta datos biográficos como la edad o nuestra localización geográfica. Los fines de esta recolección son eminentemente publicitarios, ayudando a personalizar los anuncios que se nos van a mostrar. Otro uso que se le da es el analítico, pues ayuda a los investigadores a trazar pautas de comportamiento en estudios demoscópicos.

Desde el año 2018, con la implementación del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), los sitios web están obligados a notificar la presencia de cookies tanto propias como de terceros. De ahí que cada vez que entramos en un sitio web nos encontremos con un cuadro de anuncio en donde debemos confirmar nuestro consentimiento.

La solución Privacy Sandbox de Google

El fin de las cookies tal y como las conocemos es algo deseado y esperado por el grueso de los internautas. Amparándose en una regulación cada vez más estricta, el consumidor poco a poco adquiere conocimiento del valor que tienen sus datos, de ahí que se exija cambios a los proveedores.

A finales del pasado año, Google anunció el lanzamiento de la solución Privacy Sandbox para su navegador Chrome. Se trata de una herramienta que supone un paso intermedio del filtro de información. De este modo vamos a saber qué información y en qué medida llega a las terceras empresas, pudiendo escoger nosotros de antemano los filtros que queremos que se den a conocer y los usos que vamos a permitir.

Según afirmó la propia Google en su momento:

“Mejorar la privacidad en la web es una labor que no acaba nunca. En Chrome, continuamos trabajando en funciones que protegen tus datos y te dan un mayor control sobre el uso que se hace de ellos. Entre otras cosas, estamos tomando medidas para limitar las posibilidades de que tu actividad pueda ser rastreada cuando cambias de un sitio web a otro”

La prueba piloto de esta herramienta comenzó el 4 de enero del presente 2024, sin embargo parece que están habiendo una serie de contratiempos que han hecho que se demore el final de las cookies, previsto inicialmente para finales de año. El nuevo calendario marcado estaría fijado para mediados de 2025, aunque tampoco hay excesiva confianza.

La eliminación de las cookies no está exenta de polémica

El comienzo de la prueba piloto de Privacy Sandbox no ha sido todo lo fluída que cabría esperar. En estos momentos está resultando ser blanco de críticas de empresas de tecnología publicitaria, editores y agencias de publicidad. Entre los principales motivos esgrimidos están el hecho de ser una herramienta difícil de usar.

Además, parece ser que no llegaría a sustituir adecuadamente las cookies tradicionales y, lo que es más preocupante, podría aumentar el control de Google sobre la publicidad en línea.

La cuestión de la protección de datos no es una guerra que únicamente afecte a esta compañía. Otra tecnológica que también está teniendo encontronazos con las autoridades es Meta Platforms, cuyo modelo “paga o traga” acaba de ser tumbado por las autoridades europeas. Está claro que las empresas existen para generar beneficios, pero al ritmo al cual avanzan las diferentes normativas resulta evidente que la fórmula final deberá de ser una regla consensuada.

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